"¡Viva el vino!" (Mariano Rajoy, 2007)

El detective loco de Eduardo Mendoza


Eduardo Mendoza es el autor de la mejor obra literaria española de los últimos 100 años: "Sin noticias de Gurb" (1991) -de la que otro día hablamos en detalle-, también tiene premios planeta y tal, algunas novelas que están bien y otras que no hay por donde cogerlas, pero por encima de todo es el autor de una de las sagas literarias más acongojantes que haya dado la literatura negra patria, estoy hablando claro del cuarteto de novelas protagonizado por "el detective sin nombre" (Mendoza nunca se lo puso). Desternillantes piezas donde nuestro amigo el detective salido del manicomio investiga inverosímiles crímenes haciendo uso de su ingenio mientras intenta sobrevivir alimentándose de lo que puede mientras infructuosamente intenta darse una ducha y desprenderse de la creciente capa de mugre que suele acompañarlo toda la novela. Por no hablar claro de la indescriptible galería de no menos desternillantes secundarios que da más lustre si cabe a este cuarteto de delirantes novelas.

Mi historia de amor con esta saga comenzó casi de casualidad cuando sin saber muy bien qué iba a encontrarme cayó en mis manos en la biblioteca del instituto "El laberinto de las aceitunas" (1982), y la verdad es que me desarmó completamente. Yo por aquel entonces le andaba dando a los clásicos del género negro americano y encontrarme aquella versión castiza y descacharrante me hizo seguidor de su autor de por vida. No se trata de que fuera una novela "de chorradas", es que por encima de todo es una historia negra espléndidamente armada y narrada, esa es la base que hace que estas novelas sean un triunfo. Luego por supuesto se completan sus ingredientes con los disparatados personajes y las ocurrencias de su autor, que caso excepcional en mi (que leyendo es complicado hacerme reír) me arrancan carcajada tras carcajada.

Luego leí la novela previa "El misterio de la cripta embrujada", que cuenta hasta con una discreta adaptación cinematográfica protagonizada por José Sacristán, que es igualmente imprescindible, aunque como ensayo previo que es, no llega a las cotas de delirio que es esa obra maestra que la sigue.


Eduardo Mendoza dejó al personaje dormido muuuuchos años, dando rienda suelta a su vena cómica en otras obras y muchos pensamos que nunca volveríamos a saber de él. Así que cuando por sorpresa en 2001 su detective sin nombre regresa con "La aventura del tocador de señoras" muchos nos frotamos las manos para encontrarnos con un libro que.... estaba bien.... arrancaba alguna sonrisa..... pero no era lo que uno se esperaba, quizá demasiado retorcido y un poco reiterativo. Seguramente es la eterna historia de las expectativas alimentadas por años de espera que pocas veces (y en pocas artes) se han visto satisfechas. 

Así que cuando el año pasado se anunció un nuevo regreso del personaje en "El enredo de la bolsa y la vida" (2012) a algunos ya nos dio miedo que se acabara de estropear algo maravilloso, y como también suele pasar en todas artes, tener las expectativas bajas es lo mejor para disfrutar como un enano. Pero creo que es más que un tema de expectativas, este libro recupera parte de la chispa perdida y nos retrotrae a los mejores tiempos de "El laberinto de las aceitunas" (uno de mis libros favoritos de siempre, he de decir -con permiso del amigo Gurb-). "El enredo de la bolsa y la vida" cuenta con un enredo alucinante, personajes psicotrónico-descacharrantes, ácida crítica a la situación socio-económica patria, y en resumen, una entrega que engrandece la saga y la devuelve al nivel que la hizo grande.

Amo a este personaje sin nombre y me he leído estos libros un buen número de veces. Nunca me fallan en alegrarme una mala temporada, y debéis saber que se disfrutan más acompañados de una buena Pepsi-Cola ingerida mientras se danza ora sobre un pie, ora sobre el otro.

9 comentarios:

José Fernández dijo...

Solo caté "La Verdad del Caso Savolta" ya hace muchos años para que una profesora del instituto (insisto, hace muchos, muchos, muchos años) me pusiese mejor nota. Y no me desagradó. No sabía que el hombre también tiraba por el humor. Ahora que estoy tirando más por ese tipo de literatura, si encuentro un hueco le echare una lectura.

Bruno dijo...

Aquí otro seguidor de Mendoza y de su peculiar detective. No he leído aún la última novela de la saga, porque también era de los que recelaba de una nueva metedura de pata; con tus palabras me han entrado ganas de pillarla ;)

Por cierto, también lo descubrí en el instituto, cuando nuestra profesora nos hizo leernos "El laberinto de las aceitunas" (obligatorio) y "Sin noticias de Gurb" (voluntario). El segundo me flipó xD

Saludos.

Dr. Quatermass dijo...

Pues esa profesora de literatura era una santa. Cuantos jóvenes han huído para siempre se la literatura ante el empeño de los profesores de hacer leer Rayuela, Ulíses, Quijote o algún "ladrillo" por el estilo :-)

Rev. Harry Powell dijo...

Doc, que se ha confundido vd. en el texto de la entrada y, al hablar de la novela precedente a "El laberinto de las aceitunas" ha vuelto a poner lo mismo.

La primera, la que tuvo peli protagonizada por José Sacristan, es "El misterio de la cripta embrujada", tal como se ve en las imágenes que sí ha puesto bien. El texto debe corregirlo.

Las lágrimas de risa que he soltado yo leyendo esas novelas. Y recordando pasajes más tarde.

Aún recuerdo un rato malo que pasé en un tanatorio, cuando acudí a dar el pésame a un amigo por la muerte de su abuela y su padre, gordito el hombre, no podía levantarse de un sillón bajo mientras lo intentaba saltando hacia arriba varias veces. No entiendo porque extrañas conexiones neuronales, me vino a la mente la imagen de aquel policía de Eduardo Mendoza, sentado en el suelo en un restaurante chino y que, al hacer un esfuerzo por levantarse, acababa tirándose un sonoro pedo.

¡¡Madre mía que mal rato!! Tuve que hacer verdaderos esfuerzos por no reirme en su cara. Y el pobre hombre, cuando ya consiguió levantarse, no hacía más que darme charla. Y yo con la imagen mental de la escena sin poder sacármela de la cabeza.

Lo dicho, ¡¡qué mal lo pasé!!

Rev. Harry Powell dijo...

Por cierto, si no lo ha hecho ya, dele un tiento a "El asombroso viaje de Pomponio Flato".

Le gustará.

Dr. Quatermass dijo...

Gracias Rev. corregido está el gazapo. He leído la de Pomponio (de hecho he leído todo lo que ha escrito este hombre) y está bien pero nada como las sagas del detective o las dos de sci-fi psicotrópica. Esos detalles por inesperados te arrancan la carcajada (lo del pedo digo), comprendo la situación embarazosa, a mi me han pasado cosas similares...

Rev. Harry Powell dijo...

Oiga Doc, hágame un favor. Ya sé que este comentario no debería ir aquí de modo que, si quiere, bórralo cuando lo lea.
La cosa es esta: me he largado hoy a ver "El expediente Warren" al cine, animado por el aluvión de buenas críticas que leí de ella en Filmaffinity ("la mejor película de terror en años", "a la altura de El exorcista o Al final de la escalera" y otros halagos).
Mi opinión: es un bodrio; que se puede ver, pero un bodrio.
¿Por qué no se anima a escribir algo sobre la crítica cinematográfica? Sobre los aspectos qué valoran los críticos en una película, como influyen los gustos personales, o cómo es posible que unos vean arte donde otros sólo ven basura.
Es un tema complejo y controvertido, pero parece que en pocos sitios se habla de ello.
Un saludo.

Rev. Harry Powell dijo...

¿Qué tal Doc? Veo que su "cadena de producción" anda bastante ralentizada, de modo que me veo obligado a dejarle otra idea por aquí que quizá querría desarrollar en su blog: "las pajas mentales" que el cine provoca.

¿Qué le parece? ¿A que tiene que dar de sí un huevo?

Lo que me ha llevado a planteárselo ha sido leer los rebuscadísimos argumentos que la gente trataba de desarrollar con tal de no tener que aceptar el rollete de la "máquina clonadora" que aparece en la película "El prestigio" del señor Nolan.

Parece evidente que nadie de los que se "pajean mentalmente" ha leído la novela de Priest y, como la aparición del elemento sci-fi en la peli los mosquea, necesitan retorcer todas sus neuronas en un ejercicio de justificación que demuestre que "la peli no va a tener realmente ese final basado en la máquinita... ha de haber otro por c=j=nes". Y como a pesar de doblar hasta la risa el relato visto éste no se rompe, pues "pajeo mental" y a otra cosa mariposa, diciendo que el film + el pajeo = obra maestra del engaño de Nolan. Cágate lorito.

Leyendo eso me acordé de "La cinta blanca" y de los "pajeos mentales" del respetable en busca de unas soluciones para el final que el propio Haneke no habría imaginado ni aún viviendo mil años.

Y de ahí mi petición, porque seguro que Vd. se le ocurrirán muchos más ejemplos de esto y dará como resultado un bonito tema de charla lleno de muchísimas "pajas mentales".

Un saludete Doc.

PD: cuando lo juzgue conveniente, borre mis dos últimas respuestas en este tema, que nada tienen que ver con él. No sabía dónde escribirlas para dejarle aviso.

David dijo...

Me da mucho placer leer a distintos autores y trato de conseguir sus obras y ver los temas sobre los que escriben. Trato de todas las semanas leer un nuevo libro y como ya tengo pasajes a mendoza espero poder conseguir un nuevo libro